*Con la torre de cantera más alta y la campana de mayor tamaño en Tlaxcala, la parroquia franciscana de San Juan Bautista es un faro de luz para el Pueblo Mágico de Ixtenco
Carolina Miranda
Ixtenco, Tlax.- Un arco de piedra de medio punto, como un portal del tiempo, lleva al siglo XVI y a finales del XVIll.
Su portada confeccionada con semillas y flores de chimalli, nos habla de un sincretismo religioso de los llamados hijos del maíz de esta región tlaxcalteca.
Aquí, uno puede imaginarse a los franciscanos evangelizando a un pueblo otomí asentado en las faldas del Volcán La Malinche.
Fue en el siglo XVI cuando los frailes comenzaron a edificar la capilla de la Preciosa Sangre de Cristo que posteriormente se integró al templo de San Juan Bautista, éste último al que brindamos honores.
A finales del siglo XVIII piedra tras piedras se levantó la Parroquia de San Juan de Ixtenco, municipio recientemente declarado Pueblo Mágico de Tlaxcala.
Cuando uno mira al cielo, una de las torres se atraviesa en el firmamento y no es casualidad: edificada con cantera gris es la más alta del estado y contiene la campana de mayor tamaño en Tlaxcala.
Si el exterior sorprende por su sencilla belleza, poner un pie en el lugar sagrado nos deja en una bóveda de cañón corrido, con un grupo de altares neoclásicos, donde sobresale el ciprés del altar principal que lleva la escultura del patrón del lugar.
Con elementos de su época, como una planta arquitectónica y cúpula octagonal, aparece el antiguo templo en la capilla izquierda; y la segunda capilla emerge con un retablo del barroco Salomónico.
La quietud del pequeño y colorido pueblo de Ixtenco, se traslada con mayor poder al interior del templo católico uno de los más antiguos y que forma parte de un legado prehispánico.
El núcleo de la población indígena, vive bajo la mirada atenta de la parroquia de San Juan Bautista.